Hoy rememoraremos la historia de Michael Bentt, ese famoso pugilista que fue campeón mundial OMB de peso pesado en 1993 y 1994, pero que fue boxeador por obligación. Repasaremos sus inicios, su carrera, sus pretensiones de suicidio y como le agradece a un nocaut casi mortal para él.
Bentt dejando a Tommy Robinson en el suelo |
Pese a haber nacido en Londres (Inglaterra) un 4 de septiembre de 1964, Michael Bentt está nacionalizado como estadounidense y vivió toda su infancia en Nueva York. Ahí dio sus primeros pasos como boxeador por obligación de su padre, a quien no le cabía la posibilidad que su hijo cumpla con otra profesión.
En una entrevista, Bentt recuerda que se sentaba en el mismo sofá que su
padre mientras este veía peleas de boxeo. También afirma que llegó a sentir
miedo al deporte cuando una vez vio a Henry Cooper peleando con un corte importante sobre
su ceja izquierda, evidenciando un primer rechazo hacia esto. Pero
lamentablemente su padre quería vivir su sueño a través de su hijo y que
llegue a ser el próximo Muhammad Ali.
Ahí podríamos decir que empezó su carrera deportiva. Su padre lo envió
al gimnasio de boxeo por nueve meses, donde el sufría enormemente cada golpe
que recibía en la cara por parte de sus compañeros. Esos mismos ganchos al
hígado y uppercuts a la cara le hicieron ganar valor para enfrentar a su padre
y decirle, con sus jóvenes 10 años, que no quería boxear. Un grave error.
Cuando admitió su deseo de abandonar la disciplina, éste lo golpeó duramente con la antena de esos viejos televisores, obligándolo
a continuar practicándolo. Y aquí una reflexión para los padres, porque
claramente este no es el único caso de un hijo sufriendo por algo que sus
progenitores desean que haga o que quieran cumplir sus sueños a través de sus
descendientes.
De todos modos, afortunadamente, a Bentt se le daba de maravilla este
deporte y, con sus apenas 19 años de edad, se consagró cuatro veces del
campeonato Golden Glove (cuando aún tenía una cierta importancia) y fue campeón nacional en cinco oportunidades. En ese momento terminó su vida amateur y pasó a ser
profesional, algo que él nunca habría pensado y que ni siquiera quería en primer lugar.
Sin embargo, Michael afirma que se acercaba su propio deseo: “me
organizan 25 peleas, luego Mike Tyson y termino con mi carrera”, afirmó. Pero
todo iba a durar mucho menos de lo que él imaginaba.
En su debut profesional, claramente aún tenía las aspiraciones de los
boxeadores amateurs. Salió directamente a noquear a Jerry Jones, su rival, pero
se olvidó que el boxeo profesional es un deporte prácticamente distinto al
aficionado. Bentt empezó dominando, pero poco a poco su adversario cobró
protagonismo y cuando restaban menos de diez segundos para el campanazo que
decrete el cierre de los primeros tres minutos, una izquierda conectó con su
rostro y lo dejó tendido en la lona. En menos de un round, su récord era de
0-1.
Ahí sintió nuevamente la furia de su padre, aunque ahora sin agresiones
físicas y exclusivamente verbales. “¿Por qué está enojado si a él no lo
noquearon?”, pensaba Bentt según le cuenta a los productores y directores de
Losers, un documental de Netflix. Y agrega una anécdota de como un día encontró
a su auto con una falsa multa donde se burlaban de él por ese fatídico combate.
Esa pelea fue en el amanecer del 1989 y no volvió a subirse a un ring
hasta diciembre de 1990. Estuvo casi dos años afuera del mundo del boxeo, pero no por
eso su vida fue más tranquila: el ex deportista recuerda que se metía en los bares recurrentemente para tomar mucho alcohol y conocer chicas. Incluso, con una frivolidad admirable, admite que una vez se
encontraba solo en el departamento de su hermano y visualizó un arma. La tomó,
se la puso dos veces en la boca y afortunadamente no tuvo el valor para jalar
el gatillo. Ganó la batalla más complicada que tuvo al momento.
La única relación con el boxeo que tenía después de esa primera pelea, era ser
sparring de Evander Holyfield. Ahí su
mentalidad cambió. Un día el entrenador del legendario The Real Deal, George
Benton, le manifestó que era muy bueno y estaba a la altura de Holyfield. Ahí
algo se movió dentro de Bentt y supo que tenía que lograr algo en este mundo al
cual él no quería pertenecer.
Contrató como manager a Stan Hoffman, quien le consiguió unas cuantas
peleas. En total fueron 11 combates de los cuales ganó todos ante James Holly,
Lynwood Jones (dos veces), Willie Johnson, Rick Honeycutt, David Graves, Jerry
Arentzen, Kenneth Myers, Danny Wofford y Mark Wills.
Ese no fue el final, otra vez el oklahomés dijo que seguiría, pero
terminó cayendo por tercera vez y el árbitro decretó la finalización por nocaut
técnico. Entonces Michael lanzó el bucal y rompió en llanto, porque sabía que
cumplió con lo que se había propuesto: ser campeón mundial.
¿Ahora, abandona el boxeo? Pues no, seguramente lo pensó, pero Bentt no
lo hizo. A su carrera aún le restaba un capítulo.
EL FINAL ESPERADO:
Unos meses después combatió contra Herbie Hide, exponiendo el título que
había ganado en octubre de 1993. Durante todo el combate, Hide fue muy superior
hasta que un jab en la vuelta siete dejó tirado boca abajo a Bentt. La pelea
terminó, no ostentaba más el cinturón de campeón y, por poco, tampoco tenía la vida.
Solo habló con la nieta de su representante, que era como su hermanita,
y luego desmayó. En el hospital le dijeron que tenía una inflamación en el
cerebro, por lo que entró en coma por cuatro días. En ese momento despertó y le
ganó a la muerte por segunda vez. ¿Su padre? Dijo “que muera, si eso
debe pasar”.
Así, una vez recompuesto, Michael Bentt se metió en un taller de
escritura y rápidamente lo contrató una revista para que escriba sobre boxeo.
Allí nace “anatomía de un nocaut”, un artículo que muestra el efecto emocional
que se siente ser noqueado y noquear a alguien.
Esa lectura era increíble para el amante del boxeo y deporte en general,
pero Bentt no se quedaría con un simple oficio de escritor. Quería ser actor,
por lo que ya ha aparecido en películas como Shadow Boxers, Black People
Hate Me and They Hate My Glasses y Girlfight (además de aparecer en Saturday
Night Live), pero en el 2001 tuvo su gran oportunidad: le llegó la chance de
meterse en la piel de Sonny Liston en la película “Ali”, protagonizada por Will
Smith, teniendo su primer gran papel.
En definitiva, la vida deportiva de Bentt ya está claramente en el
olvido, pero cabe destacar que su carrera amateur finalizó con 148 victorias y
ocho derrotas. A su vez, la profesional se acabó con 11 triunfos (6 por KO) y
dos caídas, además de dos medallas (oro y plata) en campeonatos norteamericanos
y cuatro bronces repartidos entre el Mundial, el Campeonato Mundial, los Juegos Panamericanos
y los Juegos Goodwill.
Investigación y escritura: Cristian Brossy
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