El día de hoy vamos a hacer memoria y saber cómo fue la difícil historia deportiva de Surya Bonaly, una patinadora francesa que siempre estuvo en las primeras planas, pero nunca pudo obtener una medalla de oro en Juegos Olímpicos de Invierno ni Campeonatos Mundiales, a veces por su color de piel.
Surya Bonaly es una expatinadora que nació en el epílogo de 1973 en Niza
y estuvo en un orfanato hasta que la adoptaron Suzanne y Georges Bonaly, dos
viajeros que recorrieron todo Europa, India y Pakistán en su camioneta. Y
justamente la pobreza que vive India fue el puntapié para que quieran anotar a
un niño o niña nacido en ese país, Sri Lanka o Pakistán, y mejorarle la vida.
Sin embargo, los llamaron para anunciarles que en Niza había una niña
que deseaba ser adoptada, por lo que no lo dudaron ni un segundo. No era una
niña india, pero el nombre que escogieron para ella significa “sol” en ese
idioma.
De muy chica, Surya demostró ser polifuncional
para distintos deportes. Comenzó con esgrima, un deporte en el que era muy
buena y derrotaba a la mayoría de sus rivales, luego pasó por saltos
ornamentales, gimnasia y, finalmente, desembocó en patinaje artístico. No
obstante, antes fue campeona mundial juvenil de acrobacia, mostrando que era
una especie de Jim Thorpe femenina por la facilidad que arrastraba para las
diferentes disciplinas.
Su carrera dentro del patinaje:
La francesa se decidió por el patinaje
artístico y logró llegar rápidamente al seleccionado nacional, como si el
destino quisiera que eso pase. En 1985 el entrenador del combinado francés,
Didier Cailhaguet, llegó a Niza y ella fue al estadio a pedirle una oportunidad
para demostrarle lo que podía hacer. Instantáneamente logró cautivar al coach,
que le dijo que si se mudaba a París formaría parte del equipo, por lo que sus
padres inmediatamente armaron las valijas y emigraron a “la ciudad del amor”.
Pese a las expectativas de su familia y su
entrenador, cuando Surya ingresa en las competencias internacionales no es bien
recibida por los jueces, debido a su color. El patinaje artístico de aquella
época tenía ese maldito concepto de que todas las practicantes de este deporte
debían ser “princesas blancas de cuerpos hegemónicos”. Pero claro; así se
desprestigiaba el deporte porque miles de chicas de mejor nivel, pero sin
cumplir esas exigencias físicas no tenían chances de mostrar su talento.
Desde 1990 a 1995, solo su nombre tuvo lugar
en el trofeo del Campeonato Europeo, igualando a Sjoukje Dijkstra como segunda
persona que más campeonatos consecutivos ganó (Sonja Henie y Katarina Witt son
las máximas ganadoras al hilo con seis).
A su vez ganó nueve títulos nacionales, llegando a la línea de Andrée
Joly en la década de los 20.
Siempre atrás de la ganadora:
Mientras
todas competían, Surya se encontraba discutiendo con su entrenador, quien le
prohibió hacer el cuádruple a ella y a su madre que ingrese a la pista. De
todos modos, ella no acató las órdenes y lo intentó hacer, pero le faltan giros
y termina arruinando su rutina. Ella terminó quinta y se produjo la crisis con
el rompimiento de la relación entre ella y Didier Cailhaguet.
A partir de ese momento, su entrenadora fue su
madre. La primera prueba juntas y con Alain Giletti (capacitado para estar en
la pista, ya que Suzanne no podía hacerlo) fue el Campeonato Mundial de 1993.
Allí aparecen las primeras decisiones polémicas de los jueces: Surya tuvo una performance
mucho mejor que Oksana Baiul, su rival, pero perdió la medalla dorada.
En definitiva, en su carrera como patinadora
amateur nunca pudo ser campeona olímpica o del Campeonato Mundial y se debió
conformar con los nueve títulos nacionales al hilo y los cinco campeonatos
europeos, también consecutivos.
Una vez terminado el amateurismo y como
patinadora profesional (incluye patinaje sobre ruedas), trabajó hasta 2007 en
Campeones sobre hielo. También estuvo en Rusia y Nueva York, Estados Unidos,
formando parte de algunos shows y, si de su vida personal hablamos, se sometió
a una cirugía en 2015 por problemas de salud, antes de convertirse en
entrenadora de Minesota y trabajar en campamentos y en Shattuck-Santa Maria.
Investigación y escritura: Cristian Brossy
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