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Vóley: la histórica medalla de bronce en un mundial

Hace muy poco, el vóley tuvo su momento de auge y el seleccionado argentino también. Fue por la medalla de bronce conseguida en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020+1, que sirvió para igualar el mejor resultado que tenía data en Seúl 1988. Muchos años atrás, en 1982 y con los sets jugados a solo 15 puntos, nuestro país se hizo cargo de la organización de un Campeonato Mundial y se subió al podio.

Foto: Clarín

El Luna Park, el Dr. Claudio L. Newell de Rosario, el Pacífico de Mendoza y el Fray Mamerto Esquiú de Catamarca. Esos fueron los cuatro escenarios que fueron testigos del fantástico Campeonato Mundial de Vóley 1982 que se desarrolló en Argentina.

El Grupo A, lógicamente, tenía al anfitrión junto a Japón, México y Túnez. El equipo africano venía de ser campeón continental en 1979 y los nipones habían conseguido la medalla de bronce a nivel asiático y la dorada en los Juegos Olímpicos de 1972.

Bajo este panorama, las expectativas de Argentina y México no eran las mejores, aunque siempre con la característica de ser equipos que marcan su presencia e incomodan a los que parecen ser los mejores en la previa. También hay un dato clave: el nivel del continente americano era mucho más complejo y duro para cualquiera que el nivel africano.

Esto mismo explica la aplastante diferencia en el primer partido, que emparejó a los dueños de casa y a Túnez. 15-2, 15-4 y 15-0 fue el resultado final a favor de los nuestros y rápidamente a pensar en el día siguiente que enfrentarían al que parecía ser el rival más accesible.

México tampoco significó un sobresalto mayor para Argentina, aunque si más que los tunecinos. En total debieron jugarse cuatro sets -una maravilla estresante el último-, pero los albicelestes despacharon rápidamente al elenco mexicano por 16-14, 13-15, 15-3 y 19-17.

La única caída de nuestro equipo en la fase de grupos, llegó donde todos creían que podía ser: ante Japón. El equipo del círculo rojo, que venía de vencer con suma tranquilidad a los otros dos equipos, comenzó con el pie izquierdo, pero supo revertir la situación y terminó con tres victorias sobre tres partidos y perdiendo apenas un set. 10-15, 17-15, 15-11 y 15-11.


La segunda ronda se puso en marcha el 7 de octubre y a Japón y Argentina se les sumaron China, Corea del Sur, Canadá y Alemania del Este. En total, los seleccionados debían enfrentar a cuatro rivales (no jugaban contra quienes compartieron grupo, pero ese resultado si entraba en juego si se requería un desempate).

Claramente la exigencia no era la misma y se vio con muchísima claridad en los marcadores: el local ganó todos sus partidos, pero los primeros tres en cinco sets y recién el último pudo ganarlo con un contundente 3-0.

Argentina y Japón parecían ir de la mano, por eso ambos clasificaron a semifinales del certamen en el Final Four.


Ya a esta altura, ningún rival iba a ser fácil y las opciones de contrincantes a enfrentar desalentaban a argentinos y japoneses: uno debía ir contra Brasil y el otro ante Unión Soviética.

Finalmente, los europeos fueron los rivales del elenco celeste y blanco, ya que terminaron primeros en su grupo de segunda ronda. Como dato sobresaliente, este era el único team que no había perdido ningún partido.

Fue clara victoria de los soviéticos (que después serían campeones) en Buenos Aires y fin del sueño nacional de conseguir una medalla dorada. Por otro lado, Brasil ganó y pasó a la final. Ergo, Argentina iba a chocar por el tercer puesto contra... sí, ¡Japón!.

Vengándose de lo ocurrido en fase de grupos, los dueños de casa hicieron vitorear al Luna Park con un duro 3-0 y la felicidad de poder subirse al podio en casa por primera vez en un Campeonato Mundial (y única hasta el momento).

Esto fue tras ganar la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos y fueron el presagio de la medalla lograda en Seúl 1988 y el fantástico quinto puesto en la Copa Mundial de 1985, que significó la primera participación del elenco nacional.

Escrito por Cristian Brossy (@CristianHB77)

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